"De cualquier modo, nos hallamos aquí muy lejos del majestuoso camino de la piedad tradicional. Está interpretada el daño
infligido al hombre como convertible en una ofensa contra Dios y, por
ello, como eliminable en una socialidad del amor en la que el yo, dueño
de sus intenciones, se conforte con el perdón. La falta social se comete
sin que yo lo sepa, y afecta a una multiplicidad de terceros a los que nunca miraré a la cara, a quienes no hallaré en el rostro de Dios y de los cuales Dios no puede responder. La intención no puede acompañar al acto hasta sus últimas estribaciones y, ellos no obstante, el yo se sabe responsable de esas últimas prolongaciones (LO CUAL...) crea al yo autónomo un problema práctico entre
otros; la relación con un tercero, la responsabilidad que desborda el
"radio de acción" de la intención,, caracteriza esencialmente a la
existencia subjetiva capaz de discurso." - E. Levinas.
Mucho se parece lo que nos quiere decir Levinas en esta frase con la tragedia griega de Sófocles, “Antígona”, pues la protagonista (que posee el mismo nombre) se encuentra disconforme con la situación de su vida: hay un conflicto entre el cuestionamiento que le hace al sistema al que pertenece (y a su propio rol) y su participación en el mismo. Después de que Creonte prohíbe bajo pena de muerte que nadie enterrase a Polinices, Antígona decide enterrar el cuerpo de su hermano, indiferente a las consecuencias que este acto le traerá a ella y a muchas personas que la rodean. Esta rebelde, con o sin causa, impone sus normas y hace lo que ella asegura que debe hacer más allá de lo que le obliguen; para la mayoría, Antígona estaba rompiendo las normas y era inaceptable, pero ella solo defendía lo que creía que era correcto y no iba dar su brazo a torcer hasta lograr lo que quería, no podía permitirse traicionarse a sí misma. Al final, "el radio de acción", como dice Levinas, no solo le hizo comprender a Antígona las consecuencias de sus actos, sino que arrastró tras ella a un grupo de terceros.
Mucho se parece lo que nos quiere decir Levinas en esta frase con la tragedia griega de Sófocles, “Antígona”, pues la protagonista (que posee el mismo nombre) se encuentra disconforme con la situación de su vida: hay un conflicto entre el cuestionamiento que le hace al sistema al que pertenece (y a su propio rol) y su participación en el mismo. Después de que Creonte prohíbe bajo pena de muerte que nadie enterrase a Polinices, Antígona decide enterrar el cuerpo de su hermano, indiferente a las consecuencias que este acto le traerá a ella y a muchas personas que la rodean. Esta rebelde, con o sin causa, impone sus normas y hace lo que ella asegura que debe hacer más allá de lo que le obliguen; para la mayoría, Antígona estaba rompiendo las normas y era inaceptable, pero ella solo defendía lo que creía que era correcto y no iba dar su brazo a torcer hasta lograr lo que quería, no podía permitirse traicionarse a sí misma. Al final, "el radio de acción", como dice Levinas, no solo le hizo comprender a Antígona las consecuencias de sus actos, sino que arrastró tras ella a un grupo de terceros.
En palabras de Steiner, de lo que no cabe ninguna duda, es que el mito de Antígona reúne las principales constantes de conflicto en el ser humano.
La relación entre las personas requiere el contacto entre las mismas. La comunicación se basa en la interacción, en el compartir
ideas e información. Muchas veces, de manera intrínseca, con el
comportamiento y las palabras se transmiten los valores que posee cada
persona, los cuales están arraigados por la cultura, las costumbres y la cotidianidad. De esta manera siempre ha sido, incluso desde antes de la antigua Grecia: los
valores, la moral, las virtudes, rigen la vida de los individuos en una
sociedad que podría considerarse más simple. Una sociedad que valora los
actos heroicos por encima de cualquier cosa, valora el honor, la
honestidad, la amistad y desprecia la traición y el engaño. Según MacIntyre en su obra Tras La Virtud, a
pesar de que existen distintas visiones del pasado como la de Sófocles,
Homero, Aristóteles y Platón, todas concuerdan en el hecho de que estas
virtudes solo se ven cuando hay relación, y esta, en su caso, se daba en
la polis. Dependiendo de estas últimas y de cada punto de vista, las virtudes eran unas u otras pero siempre el comportamiento de un hombre basado en cualquiera de ellas afectaba a un segundo y a un tercero que podría o no conocer. Todo esto se enmaraña en una red a la que se llamaríamos sociedad. La acción de cada individuo integrante de una comunidad, sea cual sea su concepto de moral y en relación al rol que desempeñe,
no se libra ni se librará jamás de las consecuencias que esta traerá dentro de su polis, es decir, en todo su entorno. Y esto es algo que no se queda atado a las sociedades antiguas,
en nuestra realidad actual nos encontramos con el mismo conflicto de
Antígona: ¿Cuestionamos al sistema o somos sometidos por él?
Vaga entrada, a pesar de su buen comienzo.
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